Por Bernardo Socha Acosta
El Congreso de la república –Cámara
y Senado- envió un nuevo mensaje de
arrogancia, insolencia y poder de burla
contra sus electores, con el entierro del proyecto que buscaba ahondar los
castigos contra los corruptos.
Ahí está demostrado que -aun
cuando no son todos sus integrantes los
responsables,- en el Congreso de la república está una parte de los PADRES tenebrosos
que le hacen el juego a la corrupción en nuestro querido país. Padres de la corrupción que debieran ser
erradicados de esa alta corporación hasta con la quinta generación de cada uno
de ellos.
Ahí si hay que seguir insistiéndole
a los electores: Dejen de quejarse por
la suerte de Colombia y desechen a los candidatos a reelección al Congreso
que hayan tenido cercanía directa o indirectamente con el hundimiento del proyecto
de Estatuto Anticorrupción. Hay que
echar al cuarto del olvido a esos politiqueros promeseros que solo piensan en
el bien propio, de su familia y de sus amigotes con los que hacen el puente
para esquilmar el erario de los colombianos a través de los grandes contratos
con el estado.
Bien lo dijo la Congresista Angélica Lozano, del
Partido verde, en declaraciones a El Tiempo: En el Congreso odian las medidas
contra la corrupción. Y eso quedó demostrado una vez más. Pero no hay que
echarle el agua sucia a todos los congresistas. Hay dirigentes valiosos que
quieren trabajar por Colombia, pero que son opacados por los PADRINOS del cáncer de la corrupción, de la que se han venido lucrando por años, sin que
muchos electores hayan abierto los ojos para desenmascararlos y sepultarlos en lo
más profundo del pensamiento ciudadano.
Esos congresistas que
defienden la corrupción son la peor PESTE de un país. Son prepotentes y
orgullosos de sus hazañas para defender sus intereses y los de su cadena de
corrupción.
Según los antecedentes, da vergüenza
que el Congreso de la república, entre 2015 y 2017 hayan fracasado unos 8 proyectos que le
apuntaban a combatir la corrupción. Entonces, por algo los colombianos deben reaccionar y no quedarse en lamentos de
su suerte. Hay que salir a votar, pero no por esos corruptos que los compran
con un almuerzo o hasta con una empanada. Votar bien es la fórmula para sacar
del Congreso de la república tanto falsos políticos.
Hay que renovar el Congreso de
la república y cambiar a sus integrantes a medida que se conozcan las fallas y
la traición popular como pasó con el proyecto anticorrupción que se acaba de
hundir.
Es que hay congresistas que se
burlan de frente a sus electores, porque los consideran incapaces de
interpretar las acciones irrespetuosas. Hoy debe avanzar en los cambios que
reclama realmente Colombia.
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