Trafugario
Por: Por: José Óscar Fajardo
Eso ya se sabía
Que el hoy exalcalde de
Bogotá, Gustavo Petro iba a ser destituido, eso ya se sabía. Y los que no somos
tan distraídos sabíamos que iba a ser
destituido por encima de cualquier fuerza extraordianaria de la naturaleza, e
incluso del cosmos. Eso era una realidad axiomática como saber que hay uvas. “A
cuál ingenuo se le ocurre que los verdaderos dueños de la democracia en
Colombia como son los Ardila Lulle, Los Santodomingo, los Sarmiento Angulo, los
Pacheco Debía, los Gillinski, le iban a entregar la capital de su feudo a un
exguerrillero para que gobernara a su acomodo”, me dijo un abogado pseudo amigo
mío, más pobre que una gallina flaca pero más reaccionario y ultraderechista
que el mismo generalísimo Francisco Franco. Y me tocó convencerme que el tipejo
ese tenía toda la razón. Y que la tiene. Desgraciadamente para el pueblo
colombiano, el tipejo ese tiene toda la razón. Pero de la misma manera
desgraciadamente para la oligarquía neoliberal también, por aquello que los
japoneses llaman Hara Kiri, y que los nacionales decimos, darse con una piedra
en los dientes. Pues claro porque entre más verraca sea la enfermedad, más
rápido se muere el paciente. Cuánto más terrible se haga el hambre, con mayor
saña se hará la búsqueda de la comida. Los periodistas que hemos estado en
campañas políticas sabemos muy bien, y los que no lo han estado también, y no
sólo los periodistas sino cualquier ciudadano común lo sabe, que a la clase
política ya muy pocos le creen. ¿Culpa de quién? Leer más
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