Carlos Ibáñez |
Bucaramanga.- El abogado Carlos Ibáñez
Muños, emitió a través de su oficina de prensa un documento de análisis y
reflexión de lo que significó el trabajo como aspirante al primer cargo, la acción
de los concejales liberales, el resultado político y el fraccionamiento de su
colectividad.
En el mismo documento el
dirigente le desea el mejor de las oportunidades a su contendor que lo superó
en votación y agradece a los más de 70 mil ciudadanos que creyeron en sus
propuestas. El escrito dice
textualmente:
COMUNICADO A LA OPINIÓN
PÚBLICA
REFLEXIONES DESDE LA OTRA
ORILLA
Me aislé deliberadamente del
escenario post-elecciones, para no contaminar mi raciocinio con comentarios
sobre las causas de un triunfo inaccesible. No quise hacer apreciaciones
influenciado por triunfadores y perdedores.
Acometo desde la distancia,
fuera de mi patria, este juicio que tiene como juez supremo la conciencia,
cuyos veredictos son crudos porque son inapelables, imprescriptibles y llenos
de veracidad.
Asumí la candidatura Liberal a
la Alcaldía de mi ciudad después de una disputa interna donde mi partido
dividido en su dirigencia, tenía precandidatos para ungirlos en su postulación.
No hubo acuerdo porque la posible unión estaba siendo construida por los
dirigentes que aún no curaban sus heridas como consecuencia de la confrontación
en las elecciones parlamentarias.
Mi nombre, muy sigilosamente
se fue colando como tercería frente a las desavenencias y porque resultaba
atractivo para las otras fuerzas políticas y además tenía menos resistencia
dentro de los parlamentarios del partido. Sin embargo, el bloque de concejales,
quienes fungen como líderes del partido en la ciudad, no quedaron satisfechos
con el procedimiento de escogencia y manifestaron de distinta manera y por diversos
canales su inconformidad, que luego se fue disipando con mi acercamiento , pero
no del todo, pues el sentimiento caló en sus huestes ya que pretendían tener un
candidato más cercano a ellos y más comprometido con sus estructuras de poder
construidas en el último lustro y que les diera garantías de permanencia y
consolidación de sus hegemonías. Debo decir que fueron respetuosos y que no
recibí peticiones con nombre propio sobre cargo alguno. Pero, se les notaba la
preocupación frente a lo que pudiera hacer como gobernante en esta materia,
puesto que la ciudadanía tenía la percepción de que la administración municipal
estaba parcelada y sus propietarios
eran los concejales y esa insana práctica tenía que eliminarse. Sin embargo,
pienso que estaban dispuestos a reformarse por el mismo clamor ciudadano.
En esas condiciones, con un Partido fracturado en su dirigencia,
con un Concejo de mayoría Liberal sin candidato que saliera de sus huestes, con
una base partidista confundida por sus voceros, a quienes inicialmente les
hablaban de otro candidato proveniente de la estructura del poder municipal,
con un partido desgastado por el
ejercicio del poder con fuertes golpes mediáticos por la valorización, foto
multas, comparendos automáticos, amenazas de privatización de los mercados
públicos, falta de solución en la disposición de basuras, colapsamiento del
transporte masivo Metrolínea, entre otros. Aun así y en esas precarias
condiciones de opinión, asumí el reto de levantar al Partido de las cenizas,
unirlo y llevarlo al triunfo. Era una titánica labor pero lo hice porque soy un
hombre de retos y compromisos y amo profundamente a mi partido. Tenía que
hacerlo; debía devolverle la credibilidad a mi partido y a sus dirigentes
haciendo un buen gobierno; transparente y eficaz, dejando atrás las épocas
aciagas de alcaldes liberales destituidos y privados de la libertad por errores
cometidos en el ejercicio del cargo.
Así las cosas y con esa carga
encima, inicié el camino, buscando en primer lugar la unidad del partido, para
luego consolidar el triunfo. Pues
tristemente hoy tengo que decir, que no creo que se haya logrado ni lo uno, ni
lo otro. No logré la unión, ya que las matemáticas electorales no fallan y
el número de votos que obtuvo la lista liberal al Concejo, que fue mayoritaria,
obteniendo 10 concejales de 7 que tenía, no tuvo el mismo caudal de votos a la
Alcaldía, lo que me hubiera permitido un triunfo holgado solo impulsado por mi
partido. Esa circunstancia es una señal de que a varios concejales les interesó más salvar sus credenciales y otros
adquirirlas, que propiciar la victoria de su candidato a la Alcaldía y por ello
dejaron a muchos de sus seguidores en libertad para votar para alcalde, con tal
de que votaran por ellos para el Concejo. Así lo observé en la campaña, donde
había escenarios en los que compartían con otros candidatos o mandaban a sus
líderes con su publicidad a cubrir reuniones de mis contradictores electorales.
Hoy solo puedo decirle al juez
de mi conciencia y al pueblo bumangués al que amo intensamente, que obré con
enorme responsabilidad, que me esforcé hasta donde mis fuerzas me lo
permitieron, con una salud de hierro y sin desmayo alguno durante todo el
proceso, que no hice pausa alguna y que
estructuré un programa de gobierno acatando el sentir de los ciudadanos en
materia de seguridad, movilidad, salud, educación, transparencia, cultura y
medio ambiente, entre otros. Que conformé un equipo de trabajo lleno de mujeres
y jóvenes inteligentes provistos de ilusiones y muy competentes, que están
dispuestos a propiciar profundos cambios en la manera de gobernar y hacer
política. Que nuestra actividad proselitista fue respetuosa con los demás
candidatos, que no usamos armas bajas e innobles, que respetamos de sobremanera
la vida privada de los candidatos, que la propaganda negra que si utilizaron
contra nosotros de manera injuriosa y desalmada, estaba proscrita en nuestra
estrategia. A fin de que si íbamos a gobernar con decencia y respeto, pues
nuestra campaña debía dar muestras de ello y así se hizo.
Estoy inmensamente reconocido
con los más de 70 mil bumangueses
que votaron por nuestro programa de gobierno y que creyeron en una propuesta
que les aterrizaba sus sueños e ilusiones por una ciudad más justa, equitativa
y participativa. Ellos representan una inmensa mayoría que no se puede
desconocer. Estuvimos muy cerca del triunfo, pero seguramente nuestras
propuestas tendrán eco en el nuevo gobernante a quien deseo éxitos en su
gestión y mucho diálogo constructivo con los distintos actores sociales.
No se me puede pedir que me
retire de la política. Mientras mi cerebro funcione con ideas para fortalecer
mi patria chica y contribuir a que haya más equidad y tolerancia y mi corazón
albergue sentimientos de solidaridad, allí estaré diciendo
"presente". Ibáñez es Ibáñez
Carlos Ibáñez Muñoz
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