Viernes 20 de abril de 2007
LA OTRA ORILLA
Disputa izquierda-Gobierno se traslada a Washington
Por: León Valencia. Columnista de EL TIEMPO.
Me han impresionado el desconcierto y la ira del presidente Uribe por el desplante del dirigente demócrata Al Gore. También la queja de que ahora la izquierda hace viajes continuos para hablar con el "imperialismo" y la crítica a que altos funcionarios y reputados parlamentarios de Washington presten oídos a estos dirigentes. El Gobierno no parece entender la nueva situación que se presenta en Estados Unidos.
La realidad es que Washington se ha convertido en un lugar privilegiado para la controversia entre el gobierno de Colombia y la izquierda. No es para menos. Allí se toman decisiones políticas y económicas que marcan decisivamente la agenda colombiana. Allí se dan cita los principales medios de comunicación del mundo y se manifiesta una opinión pública vigorosa y crítica.
Hasta hace algunos años, la izquierda y las organizaciones no gubernamentales, debido a prejuicios ideológicos o a física ignorancia, no hacían presencia en el centro neurálgico de Estados Unidos. Los gobiernos de Colombia tramitaban tranquilamente sus asuntos con el gobierno americano. Ese tiempo pasó. Ahora, los dirigentes políticos de izquierda o los líderes de opinión del país van a Washington o a Nueva York para hacer oír otros puntos de vista sobre la situación nacional. El discurso es duro y cargado de denuncias.
En Estados Unidos, a su vez, ha aumentado la receptividad para opiniones diversas sobre la realidad de Colombia. Quieren oír otras voces. El ascenso de la izquierda en América Latina les ha mostrado que en el Continente palpitan diferentes alternativas de gobierno. Los fracasos de varias iniciativas de Washington frente a la región han vuelto más cautos a los círculos políticos del norte.
El momento está además saturado de interrogantes. En Washington se empieza a sentir la incomodidad porque el llamado Plan Colombia, en el cual Estados Unidos ha estado invirtiendo cerca de 700 millones de dólares por año, no ha dado los resultados esperados. La cocaína sigue fluyendo hacia las calles de las ciudades americanas. La guerrilla ha recibido golpes, pero está lejos de la derrota. Las negociaciones con los paramilitares no han culminado con éxito y el fenómeno sigue más vivo que nunca.
El presidente Bush se la jugó toda en el respaldo al gobierno de Álvaro Uribe Vélez y ahora han empezado a salir a la opinión pública los nexos de dirigentes políticos de la coalición de gobierno o de funcionarios públicos con paramilitares y narcotraficantes. Los demócratas, triunfadores de las recientes elecciones, empiezan a preguntar sobre estos hechos y a ponerles freno a desembolsos en la ayuda militar, como ocurrió en estos días con un giro de 55 millones de dólares, también a dudar de la aprobación del TLC.
Por el bien del país, tanto el Gobierno como la izquierda están obligados a pensar mejor los términos de la disputa que adelantan de cara a Estados Unidos.
Al Gobierno le corresponde salir del desconcierto y aceptar las nuevas realidades. De nada le sirve descalificar a la izquierda. De nada le sirve minimizar o esconder el escándalo político que vive el país. Tal como le aconsejó Clinton al presidente Uribe en Cartagena, es necesario buscar a los demócratas y darles un nuevo tono a las conversaciones con la dirigencia de los Estados Unidos.
La izquierda está obligada a pasar del campo de las denuncias al de las propuestas. Colombia necesita la ayuda de Estados Unidos para superar el narcotráfico y el conflicto armado. Necesita acuerdos comerciales más justos y solidarios. No puede prescindir de estas cosas. Lo realista es exigir una reorientación de la ayuda y de los convenios comerciales. La ocasión es propicia para proponer cambios radicales al Plan Colombia y la revisión del TLC desde una perspectiva de izquierda moderna y responsable.
lvalencia@nuevoarcoiris.org.co
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Consultoría: Humberto Vanegas Angarita
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